El ecocidio, con frecuencia confundido con la contaminación, ha sido definido por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) como la destrucción grave, severa, generalizada o duradera de los ecosistemas provocada por la acción humana. A diferencia de la contaminación, que suele ser localizada o de menor escala, el ecocidio implica un impacto profundo y prolongado sobre la naturaleza.
¿Cómo diferenciar la contaminación del ecocidio?
Entre los ejemplos más claros de ecocidio se encuentran los derrames de petróleo en mares y costas, la minería destructiva, los incendios provocados con fines de urbanización o ganadería, y la sobreexplotación de recursos que deja sin capacidad de recuperación a amplias zonas del planeta. Estos actos no solo afectan al medio ambiente, sino que también ponen en riesgo la biodiversidad, la salud humana y la estabilidad climática.
Especialistas coinciden en que este concepto debe colocarse al mismo nivel de otros delitos internacionales, ya que los daños ocasionados son, en muchos casos, irreversibles. La conciencia ciudadana, las regulaciones más estrictas y la cooperación internacional se perfilan como elementos fundamentales para prevenir el ecocidio y garantizar un futuro sostenible para las próximas generaciones.