La tragedia comenzó minutos antes de la medianoche, cuando Katrina Yuzefpolsky, una niña de ocho años, corrió emocionada a abrir la puerta tras ver por la ventana a un hombre con el traje rojo de San Nicolás. En lugar de encontrar regalos, la menor fue recibida por Bruce Pardo, quien le disparó en el rostro apenas se abrió la puerta.
Acto seguido, el agresor ingresó a la vivienda donde se encontraban reunidas más de 20 personas y comenzó a disparar de forma indiscriminada contra los asistentes, incluyendo a sus exsuegros y a su exmujer, Sylvia Ortega Pardo.
¿Qué ocurrió luego de los disparos?
Tras vaciar sus armas contra los miembros de la familia, Pardo utilizó un dispositivo que simulaba ser un regalo envuelto pero que en realidad contenía un sistema de bombeo de combustible. Con este aparato roció el interior de la residencia con gasolina y provocó un incendio masivo que consumió rápidamente la estructura.
La violencia del fuego fue tal que algunas de las víctimas solo pudieron ser identificadas mediante registros dentales. Mientras la casa ardía, el atacante huyó del lugar, dejando tras de sí una escena de devastación que movilizó a todos los cuerpos de emergencia de la zona de Los Ángeles.
¿Qué ocurrió con el asesino tras la masacre?
Bruce Pardo no sobrevivió a la noche de su crimen. Horas después de la masacre, su cuerpo fue localizado en la residencia de su hermano en Sylmar, con una herida de bala autoinfligida. Durante el registro de sus pertenencias, la policía encontró que el traje de Santa Claus se había derretido sobre su cuerpo debido al calor de las llamas que él mismo provocó, y descubrieron que tenía preparado un vehículo con suministros para intentar escapar hacia Canadá. Este detalle confirmó que el ataque no fue un arranque de locura momentáneo, sino una operación de exterminio planeada detalladamente.
A pesar de la gravedad del ataque, la pequeña Katrina, quien abrió la puerta al inicio de la masacre, logró sobrevivir tras varias cirugías, convirtiéndose en el testimonio viviente de una de las crónicas policiales más perversas de la historia moderna. Este caso transformó para siempre la percepción de las festividades en la comunidad de Covina y sigue siendo citado en estudios sobre la violencia doméstica extrema y la psicología criminal.
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