En Tailandia, un pequeño negocio familiar ganó notoriedad luego de que las inundaciones dejaran su zona de mesas parcialmente bajo el agua. En lugar de cerrar, los dueños decidieron continuar operando y permitir que los clientes disfrutaran sus alimentos con el agua a la altura de las piernas, mientras peces nadaban a su alrededor.

La peculiar escena se volvió viral y atrajo a visitantes curiosos que disfrutan desde alimentar a los peces hasta sentir el movimiento del río mientras comen. Aunque la idea surgió por necesidad, la propuesta duplicó los ingresos del negocio y convirtió un problema climático en una experiencia turística única.