La orca Shamenk, considerada la última en cautiverio en América del Sur, falleció luego de presentar un prolongado deterioro en su estado de salud, tras haber pasado más de 30 años fuera de su hábitat natural. El ejemplar fue rescatado en 1992 luego de quedar varado, y desde entonces permaneció bajo cuidado humano sin posibilidad de ser reintegrado al océano.
Durante gran parte de su vida, Shamenk estuvo en espacios limitados y sin contacto con otros ejemplares de su especie, situación que fue señalada durante años por organizaciones defensoras de los animales. Su muerte volvió a encender el debate sobre el cautiverio de orcas y otros cetáceos, las condiciones en las que viven y las dificultades reales que existen para su rehabilitación y liberación en la vida silvestre.