De acuerdo con expertos en salud mental, los videojuegos no son necesariamente dañinos; al contrario, pueden estimular la memoria, la atención y la agilidad mental en niños y adolescentes. La psicóloga Anaís Guzmán explicó que jugar entre dos y tres horas diarias puede tener un impacto positivo, siempre que los padres monitoreen el contenido y mantengan un control sobre el tiempo de uso. Además, destacó que los videojuegos cooperativos o educativos fomentan las habilidades sociales y emocionales, ayudando a los menores a trabajar en equipo y a desarrollar empatía.

¿Qué riesgos existen cuando los videojuegos se juegan sin control?

La especialista advirtió que la falta de límites puede derivar en adicción a los videojuegos, aislamiento social, problemas de ira y trastornos de salud mental. También señaló que los juegos con contenido violento pueden afectar la conducta de los menores, por lo que recomienda supervisión parental constante y diálogo abierto sobre lo que juegan y con quién lo hacen. El uso problemático se da cuando el videojuego interfiere con las actividades familiares, el descanso, el rendimiento escolar o la práctica de deportes, factores esenciales para un desarrollo equilibrado.

¿Qué pueden hacer los padres para un uso saludable de los videojuegos?

Los especialistas recomiendan establecer horarios fijos, seleccionar videojuegos apropiados por edad y fomentar la comunicación familiar. Además, es importante enseñar a los niños a autorregularse y equilibrar el tiempo entre el ocio digital y las actividades físicas o sociales. La clave, dicen los expertos, no está en prohibir los videojuegos, sino en enseñar a usarlos con responsabilidad y aprovechar su potencial educativo sin caer en excesos.

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