El experimento ANITA encuentra ondas que no deberían existir según la física actual

La ciencia, por su propia naturaleza, a veces tropieza con misterios que desafían sus propias reglas. Eso fue lo que ocurrió con el experimento ANITA (Antarctic Impulsive Transient Antenna), un detector de partículas suspendido en un globo sobre el hielo antártico, que captó señales de radio provenientes no del cielo, como era esperado, sino del interior de la Tierra. Estas señales, consideradas “anómalas”, no deberían haber existido según las leyes conocidas de la física de partículas.

Este hallazgo desconcertante llevó a un equipo internacional a investigar más a fondo utilizando el observatorio Pierre Auger, en Argentina. Aunque no lograron confirmar el origen exacto de las señales, los resultados publicados recientemente en Physical Review Letters han profundizado aún más el misterio. ANITA fue diseñado para captar ondas de radio generadas cuando partículas energéticas, como rayos cósmicos, chocan con el hielo o la atmósfera, pero estas ondas inusuales desafiaron todas las expectativas.

Lo peculiar es que las señales detectadas llegaron desde abajo del horizonte, como si algo dentro de la Tierra las hubiera emitido, sin mostrar la inversión de polaridad típica de un reflejo. Según el modelo estándar de la física, una posibilidad remota es que un neutrino altamente energético atravesara todo el planeta y al salir por el hielo antártico produjera una cascada de partículas que ANITA pudiera detectar. Sin embargo, esa hipótesis resulta altamente improbable: la probabilidad de que un neutrino cruce 7,000 km de roca sin interactuar es casi nula.

Este tipo de observaciones han abierto la puerta a especulaciones sobre la existencia de física más allá del modelo estándar, y si bien no se ha llegado a una conclusión definitiva, la ciencia continúa estudiando estos eventos con nuevas herramientas. Para los expertos, el misterio no solo está vigente, sino que se ha vuelto aún más intrigante.