En Ciudad Juárez circula la leyenda del panteón de los niños, un sitio envuelto en misterio donde, según los relatos, las almas de pequeños que allí reposan continúan jugando después del atardecer. Quienes se estacionan cerca del lugar cuentan que, al regresar, encuentran diminutas huellas de manos marcadas en el polvo del vehículo, como si los niños del más allá hubieran estado explorando con curiosidad.

Los visitantes aseguran escuchar risas, pasos livianos y ver sombras corriendo entre las cruces bajo la tenue luz de la luna. La historia sostiene que los espíritus de los pequeños no descansan, sino que convierten el panteón en su último patio de juegos, recordando eternamente la inocencia perdida.