“La Sustancia” es una película de horror corporal que denuncia la violencia estética en Hollywood. Demi Moore encarna a una estrella de televisión que se enfrenta a la tiranía de la industria, en una cinta donde la reflexión sobre la identidad y el poder genera un impacto psicológico incluso mayor a la impresión visual que provoca.
“The Substance” o “La sustancia": horror corporal, pero también psicológico
Lo primero que resulta perturbador- aunque efectivo- es la elección de Demi Moore como protagonista. Dueña de una belleza incuestionable, la actriz es, además, una de las figuras de Hollywood cuyo encanto ha aumentado con los años. Para nada es casualidad que interprete a Elisabeth Sparkle, una mujer que en su juventud se convierte en estrella de televisión por su programa de aeróbicos y al cumplir 50 años ve su éxito desvanecerse tras ser expulsada del mismo.
Por el hecho de envejecer, Elisabeth enfrenta el rechazo de la industria a la que entregó los años de su vida y su identidad, sin cuestionar la idea de la belleza y la juventud como formas legítimas de poder.
El conflicto surge cuando estos atributos se afirman como manifestaciones de una fuerza coercitiva ejercida desde el exterior, (por la sociedad y la industria) y como el impulso autodestructivo que emerge de una protagonista que, tras la desaparición de la Elisabeth que alcanzó fama en las pantallas, no tiene idea de quién es.
En medio de esta confusión, la Elisabeth de la vida real descubre una sustancia que le permite crear una versión más joven y atractiva de sí misma. Sin embargo, este nuevo “yo” surge de manera violenta, reflejando su lucha interna por mantener su relevancia en un mundo que la juzga por su edad.
Dura crítica desde el cine a la industria cinematográfica
Fargeat utiliza el concepto del “monstruo femenino” acuñado por Barbara Creed para representar la violencia estética que sufren las actrices cuando envejecen. La película muestra cómo la industria y la sociedad tratan a las mujeres como si fueran monstruos cuando no cumplen con sus estándares de belleza.
Violencia estética, misoginia interiorizada y crisis de identidad: temáticas principales de “La sustancia”
La violencia estética es un conjunto de prácticas y creencias que imponen sobre las mujeres estándares de belleza poco realistas o inalcanzables, forzándolas a ajustarse a un modelo corporal hegemónico. Partiendo de esta definición, la exigencia de la juventud eterna y el descarte laboral en ciertas industrias, que denuncia Coralie Fargeat, es una clara representación de esta violencia, que, a su vez, desencadena otras. La primera de ellas es la misoginia interiorizada que experimenta la protagonista al asumir la creencia de que, para ser amada, debe ser joven hermosa y pagar el precio que haga falta -incluso la humillación y la propia destrucción- para conservar estas cualidades.
Pero quizá el planteamiento más interesante de la película no sea el conflicto del desprecio por el cuerpo, perfectamente representado en las escenas de horror corporal y de pelea con su “versión mejorada y más joven”, sino el hecho de que, teniendo cualquier edad y bajo cualquier apariencia física, las decisiones de Elisabeth declaran el odio que siente hacia ella misma, la falta de una identidad independiente de su “yo” público y de un propósito además de ser amada por multitudes de desconocidos.
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