Si bien la falta de lluvias impacta de forma inmediata en nuestras vidas, su presencia no significa que estemos libres de los efectos de la sequía, un fenómeno natural cíclico que afecta tanto a regiones secas como húmedas, según lo explica el académico de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, Saúl Arciniega Esparza.
El experto señala que más allá de la variabilidad natural del clima, la sequía en México se ve agravada por factores como la mala gestión del agua en las presas. “Si no revertimos estas prácticas de manera oportuna, podríamos encaminarnos hacia un proceso de desertificación”, advierte.
En este sentido, Arciniega Esparza destaca la importancia de utilizar herramientas tecnológicas como las misiones satelitales para monitorear la situación del agua. GRACE (Gravity Recovery and Climate Experiment) de la NASA, por ejemplo, permite medir anomalías gravimétricas asociadas con cambios en la masa de agua superficial y subterránea, identificando irregularidades en su almacenamiento a nivel del sistema terrestre.
Los datos satelitales, junto con otras fuentes de información, revelan tendencias preocupantes: tanto la precipitación como el almacenamiento de agua presentan trayectorias negativas. “En un futuro, tal vez no hablemos solo de sequías, sino de aridez o desertificación, dependiendo de los factores que incidan”, alerta el académico. “Sin embargo, una vez que entremos en ese escenario, será extremadamente difícil regresar a las condiciones anteriores”.
Ante este panorama, Arciniega Esparza hace un llamado a la acción: “Es fundamental tomar medidas urgentes para revertir la mala gestión del agua y adoptar prácticas sostenibles que nos permitan enfrentar los retos que se avecinan”.
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