La llegada del clima frío provoca un incremento de síntomas respiratorios que muchas veces se atribuyen a infecciones virales. Sin embargo, expertos en salud señalan que una parte importante de estos casos corresponde a alergias estacionales agravadas por el encierro, la falta de ventilación y la exposición continua a alérgenos domésticos.
¿Qué es la rinitis alérgica de invierno y por qué aumenta en esta temporada?
La rinitis alérgica de invierno es una reacción del sistema inmunológico ante partículas como polvo, moho o ácaros, las cuales se concentran más en el interior de las viviendas durante los meses fríos. Según información del CDC, este padecimiento afecta a millones de personas y es una de las principales causas de ausentismo laboral y escolar.
A diferencia de un resfriado común, este tipo de rinitis no es causada por virus, sino por la exposición prolongada a alérgenos domésticos. De acuerdo con especialistas, los síntomas suelen intensificarse por la noche y al amanecer debido a la circulación de aire limitada en recámaras y salas.
Entre los desencadenantes más frecuentes están los ácaros del polvo, el moho acumulado en zonas húmedas, y la caspa de mascotas que permanecen en interiores durante el invierno.
¿Cuáles son los síntomas y cómo diferenciar la rinitis alérgica de un resfriado?
De acuerdo con el CDC y Mayo Clinic, los síntomas más comunes incluyen:
- Estornudos constantes
- Congestión nasal prolongada
- Goteo retronasal
- Picazón en nariz, ojos y garganta
- Ojos llorosos
- Cansancio derivado del mal descanso
Un signo clave para diferenciarla del resfriado es la duración: los síntomas alérgicos pueden extenderse por semanas o meses mientras permanezca el alérgeno, y no provocan fiebre.
Las causas principales incluyen humedad, cambios bruscos de temperatura, contaminación interior, moho y la presencia de pelos de mascotas. El NIH advierte que los ácaros son el detonante más común durante esta temporada debido al uso de calefacción y el encierro prolongado.
En cuanto al tratamiento, se recomiendan antihistamínicos, aerosoles nasales con esteroides, lavados con solución salina y medidas como ventilar habitaciones, lavar ropa de cama con agua caliente y utilizar fundas antiácaros. El CDC señala que los descongestionantes no deben usarse por más de tres días para evitar el efecto rebote.
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