¿Cuántos de nosotros no necesitamos un café para poder lidiar con el día? Es decir… sí, podemos con todo, pero no antes de esa deseada taza de café.
El café es uno de los elíxir mexicanos que despierta los sentidos y alegra las mañanas, no es sólo es una bebida, es un cultivo de gran trascendencia que ha moldeado la vida de millones de personas y la fisionomía de vastas regiones del país. Desde su llegada a finales del siglo XVIII, el café se ha integrado en la cultura y la economía mexicana, convirtiéndose en un pilar fundamental para el desarrollo rural y la identidad nacional.
¿Qué posición ocupa México en la producción de café?
México, orgulloso cuarto productor de café a nivel mundial, tiene una larga tradición cafetalera que se distingue por su diversidad y arraigo social. A diferencia de los grandes monocultivos sin sombra que dominan en otros países, aquí el café se cultiva principalmente bajo la protección de árboles de sombra, en un sistema agroforestal que preserva la biodiversidad y enriquece el suelo.
¿Quiénes trabajan el café en México?
Este apego a la tradición se refleja en la mano de obra que sostiene la producción cafetalera. Son pequeños productores, en su mayoría indígenas, quienes con dedicación y conocimiento ancestral cultivan el café en pequeñas parcelas, heredando técnicas y saberes que han pasado de generación en generación.
Más allá de las cifras económicas y la calidad del grano, el café en México representa un universo cultural vibrante. Cada taza encierra historias de esfuerzo, orgullo y conexión con la tierra. Las comunidades indígenas han incorporado el café a sus tradiciones, ritos y cosmovisión, dándole un significado que va más allá de lo material.
¿Qué desafíos enfrenta la producción de café en México?
Sin embargo, el futuro del café en México no está exento de desafíos. Los precios internacionales inestables, el cambio climático y las plagas amenazan la viabilidad del sector. Es necesario un esfuerzo conjunto para garantizar la rentabilidad del café, proteger el medio ambiente y preservar la riqueza cultural que este cultivo representa.
El café mexicano es más que un grano aromático, es un símbolo de identidad, un motor de desarrollo y un patrimonio biocultural invaluable. Su futuro está ligado al bienestar de las comunidades cafetaleras, a la conservación de los ecosistemas y a la valorización de las tradiciones que le dan vida.
Es por ello que resulta fundamental apoyar a los pequeños productores, fortalecer las investigaciones para mejorar la productividad y calidad del café, e impulsar políticas públicas que promuevan el consumo nacional e internacional de este producto único
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